La disposición lineal del proyecto es una extensión radical de las formas tradicionales locales, donde el volumen actúa como un gran muro paisajístico que organiza los espacios exteriores, creando una secuencia de patios y zonas abiertas. La forma alargada permite que todos los espacios interiores se abran hacia las vistas, y sus 6 metros de ancho establecen una conexión directa y fluida con los jardines adyacentes. En la sala, dos grandes ventanales se esconden en los muros, convirtiendo este espacio en una terraza completamente permeable, mientras que el estar se proyecta hacia el bosque, abriéndose en tres de sus caras. Esta configuración busca integrar la vivienda con el paisaje natural, haciendo de la naturaleza una extensión de los espacios habitables.

El ladrillo, material común en la zona, es uno de los elementos clave en la construcción de Casa El Umbral. Desde el inicio, se planteó como un regulador térmico esencial para el proyecto. Los muros monolíticos de ladrillo, utilizando un módulo de 20x40 cm, no solo funcionan como estructura del edificio, sino también como masas térmicas que ayudan a regular la temperatura interior de la casa. Esta elección material refleja un enfoque en la sostenibilidad y el aprovechamiento de los recursos locales, contribuyendo a la durabilidad y confort térmico del espacio, mientras refuerza la conexión visual y táctil con el entorno rural.